Comprar productos a precios increíblemente bajos, como dos euros, en plataformas populares se ha convertido en una práctica común para muchos consumidores. Gadgets, ropa y artículos diversos a precios tentadores parecen ser una ganga. Sin embargo, detrás de esta aparente ventaja, se esconden problemáticas éticas, ambientales y prácticas que vale la pena analizar.
Estos productos suelen ser fabricados con materiales de baja calidad, sin cumplir estándares básicos de durabilidad o seguridad, que derivan en una vida corta y pueden implicar riesgos para la salud y seguridad del comprador. Lo que parece ser una compra económica termina siendo una inversión poco rentable y, en ocasiones, peligrosa.
La producción masiva de bienes baratos implica un uso intensivo de recursos naturales y una generación excesiva de residuos. Estos productos, al tener una vida útil corta, terminan rápidamente en vertederos, contribuyendo al problema global de la gestión de residuos y la contaminación.
Estos artículos son fabricados en países lejanos, lo que implica largos recorridos en transporte marítimo, aéreo y terrestre. Estos movimientos generan altas emisiones de CO2, contribuyendo al cambio climático, además del coste humano detrás de estas compras. La mano de obra barata en países como China suele estar asociada a condiciones laborales deficientes.
Al tomar decisiones informadas, contribuimos a construir un futuro más justo y respetuoso con el planeta.